DIARIO CÓRDOBA / EDUCACIÓN
MINIPEDAGOGÍA
ISABEL
AGÜERA
Nunca he sido partidaria de andar a la
caza y captura de posibles fallos del alumnado para amonestarlos y evaluarlos.
Mi estrategia ha sido siempre
adelantarme de cara a evitar en todo lo posible, dudas, errores, faltas,
etcétera. Y convencida de que los tradicionales dictados, entre otras cosas,
son una especie de aberraciones pedagógicas, he buscado siempre fórmulas, con
algo de “trampa”, si queremos llamarle así, pero que han dado su fruto con
respecto a las faltas de ortografía en este caso.
La estrategia consistía, en primer
lugar, en escribir en grandes trozos de cartulina las palabras clave que les
iba a dictar, por ejemplo: abuelo, hueco, gusano, aguja, huevo...
Esas cartulinas las ponía en grandes
paneles en la pared y durante unos días les pedía que eligiesen dos o tres de
aquellas palabras para escribir frases, con lo cual ya se iban familiarizando.
Después, les pedía que buscaran en el diccionario el significado de aquellas
palabras y lo copiaran: abuelo, hueco, gusano, aguja, huevo, etc. -suelen
decir: agüelo, güeco, busano, abuja, güevo, etc. Es conveniente empezar por su
vocabulario más usual. En la pizarra y a modo de retahíla les escribía: Mi
abuelo tiene un agujero / y en él cría gusanos. / Mi abuelo se come un huevo /
y se chupa un dedo. / Mi abuelo tiene una aguja que si te descuidas, te pincha.
A su manera, ellos inventaban otras
frases con estas palabras. Finalmente, llegaba el dictado.
Las palabras las dejaba en los paneles
y a la vista, en un primer dictado, anunciándole que haríamos un segundo sin
paneles.
Puedo asegurar que no cometían ni una
sola falta, ni las hubo más en lo sucesivo por lo que seguíamos avanzando con
estrategias que, aunque parecidas, nunca eran iguales porque lo más importante
para mí y para todos debe ser siempre no aburrir a los alumnos. Seguiré con las
estrategias ortográficas que, partiendo de la creatividad, siempre me
resultaban exitosas. Primero enseñar, después seguir enseñando y finalmente
evaluando.