miércoles, 24 de noviembre de 2010

Yo también respeto al Profesor

EDUCACIÓN / DIARIO CÓRDOBA





Hace días, un buen amigo, me mandaba sus reflexiones, que hago mías, acerca de un novedoso eslogan de difusión en los medios: "Yo también respeto al profesor". Se trata de una cuestión de respeto y reconocimiento hacia los profesores y a la importantísima labor que realizan a diario.

Es cierto, y nadie ya lo pone en duda, que mucho han cambiado los roles en estos tiempos. Los alumnos no son aquellos niños sumisos y callados que fuimos los mayores de hoy día, pero, no obstante, hay algo que permanece y que es preciso reivindicar para que esto que alguien ha dado en llamar las dos erres -respeto y reconocimiento- sea una realidad palpable, tanto para alumnos como para padres.

En la ordenación evolutiva del pensamiento la imagen de los padres y la de los maestros encierran una inmediata analogía. La palabra alumno tiene un significado similar a "alimentado" y es el primer rol que los niños adquieren en su existencia. Así los padres y los maestros nos alimentan la mente y el cuerpo: nos enseñan, nos orientan, nos dirigen, nos corrigen, nos estimula... Es decir: nos educan. La falta de respeto al profesor es un síntoma de la falta de respeto a los padres: La desobediencia, la agresividad... las han aprendido en su propia casa antes de manifestarlas en la escuela. Y, a la vez, el mal comportamiento en la escuela, "la mala educación", refuerza actitudes y comportamientos que se manifestarán también acrecentados y "realimentados" en la familia.

Y cuando son los propios padres los que no respetan a los profesores, los desautorizan ante los hijos, los insultan, los amenazan, los agreden... quizás no están pensando que son piedras que caerán de rebote "sobre sus propios cristales".

Los profesores son muy importantes y necesarios en el desarrollo de una sociedad por eso hagamos todos bandera de..."Yo también respeto al profesor".

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los papeles que nos comen


 
                              SEAMOS CÓMPLICES DE LA CURIOSIDAD DE LOS NIÑOS/AS

10/11/2010
MENSAJES.

Los papeles que nos comen

10/11/2010 ISABEL AG ERA

¡Pues es lo que exclamaba un maestro joven, celoso de su profesión pero sumido en una incipiente depresión! Los papeles que nos comen --repetía--. Todo son papales y más papeles que nos exigen y no sé para qué. No estudié para administrativo sino para maestro, y es cada día más difícil serlo: una barbaridad de exigencias que nos restan tiempo y que, prácticamente, no sirven para nada.

Y mientras así se desahogaba el joven compañero, por mi cabeza desfilaban alumnos que precisan atención exclusiva, alumnos que esperan, no solo enseñanzas, sino afecto, motivación, cercanía, etc. de sus maestros, alumnos y alumnas que acuden cada día a las aulas, ajenos al papeleo que circula por manos de sus tutores y que muy poco o nada repercute en lo que buscan, en lo que esperan, en lo que precisan para su presente y, sobre todo, para su futuro.

Desde mi punto de vista, para que un buen gestor del tipo que sea alcance objetivos y logre allanar caminos, despejar follaje y dar lugar a un día mejor, necesita, en primerísimo lugar, que el trabajo le resulte placentero en lo que pueda, así como también un mínimo de autonomía para realizarlo.

Claro está que los resultados deben ser evaluados por quienes recaiga la responsabilidad de hacerlo pero sentir la opresión, el acoso de exigencias que lo distraigan, lo depriman y alejen de su principal cometido, es algo que se debería evitar.

Siempre he creído, y lo sigo creyendo, que lo que un maestro debe enseñar cabe en el hueco de una mano, porque el verdadero maestro no es un adiestrador de normas preestablecidas o impuestas. El verdadero maestro trabaja con sueños propios, más los de sus alumnos.

El maestro por excelencia es el que sabe que trabaja con personas y no con cosas y, por supuesto, no con papeles.

El deprimido joven afirmaba: Con el papeleo trabajo más como administrativo que como maestro.





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