lunes, 12 de octubre de 2015

Un gran homenaje

                         Recepción en el Ayuntamiento. El señor alcalde y mis antiguas alumnas.


Queridos amigos. Hoy tengo que hablaros de un gran día, de un día inolvidable en el índice de mi vida, un día tan tan especial que necesito tiempo para comprobar que no fue un sueño.
Una antigua alumna y su marido, ambos de Villanueva de la Reina, pueblo donde ejercí hace unos cincuenta años, me habían anunciado que me preparaban un gran homenaje –palabra que no me va- para el once de octubre.
¡Bueno, bueno, ni idea de lo que  encontré cuando  con mis hijos y nietos aterricé en la puerta del Ayuntamiento! Mis alumnas procedentes de toda la geografía, Barcelona, País vasco, Madrid, Málaga, etc. etc. al frente de las cuales, un alcalde  joven, sencillo, sumamente amable, educado de nombre Blas  Alves Moriano, un hombre cercano sin más protocolo que el de ser uno más en espera, estaban allí, apiñados en una ilusión común: aquella  mi  llegada  que solo puedo calificarla de explosiva e inenarrable.
En aquel Ayuntamiento que un lejano día tomé posesión, trasformado en una  preciosa casa consistorial y en un gran salón repleto de alumnas con sus respectivas parejas mas gente del pueblo, este singular hombre, el alcalde, tomó la palabra y quedé sorprendida de cómo se había interesado por mi trayectoria y la conocía como si la hubiese vivido. También yo  tuve mis emocionadas palabras de agradecimiento para todos. Y de manos del alcalde recibí muy preciados obsequios. Visitamos después, una cálida  biblioteca   donde se notaba el empeño por facilitar cultura, lectura… Allí quedaron algunas de mis obras que no pudieron ser todas, ni mucho menos, pero tenía empeño en dedicar algunas a tan querido pueblo.
Recorrimos lugar por lugar aquellos tan queridos por mí, como fueron la casa donde viví, el Centro Escolar, hoy convertido en un gran Instituto, la parroquia donde  fui durante aquellos años la que  acompañaba con el armónium y  mi coro de alumnas todos los actos religiosos, etc. Allí, mis teatros, belenes, carrozas, fiestas,  atención a jóvenes y adultos, allí, el que durante 25 años fue mi compañero. Llegué sola y volvía con tres maravillosos hijos y ocho nietos.
La comida, como acto menos oficializado, fue increíble, aquellas niñas que un día fueron mis alumnos y que hoy son madres y hasta abuelas, recordaban y cantaban aquellas letrillas que yo escribía para excursiones, teatros fiestas, etc.

No sé cómo dar las gracias a tantos honores, abrazos, regalos… Solo sé que amé a mis alumnas, a un pueblo, a su gente y que jamás he dejado de  recordarlos y quererlos… Hoy me han  devuelto el mil por uno. Gracias infinitas. Ha sido un día muy importante  en mivida.

1 comentario:

  1. Cómo no decir alguna palabra desde este rincón de Chile aunque apenas estoy conociendo este blog... En verdad me siento también emocionado. Tal vez porque mi gran sueño fue ser maestro y algo me torció el camino, o porque no tuve la bravía de luchar contra la corriente o ambas cosas, en fin, a los 73 años la vida que nos da el privilegio de mirar hacia atrás gozando de lo bueno que nos ha dado y de lo bello que aún podemos recibir y entregarle es que podemos sonreir y mirar con optimismo la última etapa. Gracias por lo que escribes, Isabel, y estaré atento a lo que hagas. Abrazos.

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