martes, 8 de noviembre de 2016

MÁS SOBRE REFORMAS Y CAMBIOS

  
Buen día, amigos: no podemos saber cómo  será el crepúsculo, pero el  amanecer ha sido, es,  de fotos más fotos. ¿Dónde vas tan temprano? –me suelen preguntar como ya he contado en alguna ocasión-. ¡A vivir! –contesto, porque, desde mi punto de vista, el amanecer es como resucitar a un nuevo día acompañada de magia e ilusión. Sea cual sea nuestro  momento primero de la mañana, mirad al cielo. Nos invita a vivir en paz.

Hoy, de nuevo, DIARIO CÓRDOBA/ EDUCACIÓN
Sí, más, porque, treinta años escribiendo en esta columna, más no sé cuántas obras publicadas, cursillos impartidos, congresos, etc.  tratando de aportar ideas, experiencias, métodos, tratando de reivindicar un cambio en los sistemas educativos, programas, métodos... y hoy seguimos igual que ayer y me temo que igual que mañana. La razón es muy simple: de arriba a abajo se piensa más en el aprendizaje que en los niños, olvidando algo que es prioritario: los niños aprenden solos cuando algo les resulta placentero, de acuerdo a sus intereses y sobre todo a su condición de niños. ¿Quién enseña a un niño de cinco años a manejar y saber más de un móvil, por ejemplo, que muchos adultos? 
Hace unos días le dije a mi nieto de seis años: «¿Quieres que te cuente una historia muy bonita?». Como un rayo me contestó: «¿Qué es real o virtual?». Ya sé que el aprender es objetivo de primera, pero, como dice Einstein, «si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo». 
Y lo mismo se sigue haciendo, en general, aunque seguro que hay maestros innovadores. En los supermercados la gente habla de todo, y allí escuché a una madre contarle a otra cómo su hijo argumentaba sus malas notas con esta exclamación: «¡si es que los maestros están amargados!», capítulo que no habría que apartar de cualquier reforma, porque los maestros se sienten, a veces, desprovistos de atención en sus muchos y grandes problemas. En mi mente un reforma tal que no dejaría títere con cabeza, etc.
(Corto por ahí el artículo, porque no he podido añadir la siguiente anécdota totalmente verídica)
En una ocasión me preguntaba un alumno de nueve años: seño, ¿qué es la vida? La vida -le contesté-  es el aire, la lluvia, el sol, los pájaros, la hoja que cae, el tren que pasa,  las nubes que llegan la música, la enfermedad, las personas, tú, el otro, los libros… Al llegar aquí el pequeño me interrumpió: ¿y la escuela también? Sí, claro –le contesté-,  la escuela también. Y exclamó: ¡ah, no lo sabía!

(No hace falta moraleja.)

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