jueves, 14 de junio de 2018

NIÑO

Dicen mi niño que eres listo, pero
que estudias poco,
que atiendes menos, 
que suspendes exámenes
que juegas en clase,
que hablas, te ries..
que no te concentras,
que reniegas de las tareas,
que te cansas rápido de estudiar...
que eres hiperactivo, 
que no sueltas el móvil,
que eres desordenado,
que eres desobediente..,

Dicen, mi niño, que tienes que aprender inglés  francés, alemán y hasta chino
Dicen que tienes que practicar deportes.
Dicen que debes ir a clase de música, baile, etc.
Dicen que es tiempo de catequesis,
tiempo de confesiones y Comuniones,
tiempo de madrugar,
tiempo de correr que llegas tarde,
tiempo de ser el mejor...

¡Qué pena me das, mi niño!
 ¿Alguien te habló alguna vez de  felicidad? 
¿Alguien alguna vez se interesó por conocer tus gustos, intereses, aficiones...
¿Alguien alguna vez se preocupó de enseñarte a pensar, opinar, escuchar, de mirar y ver el mundo más allá de ese círculo de obligaciones y responsabilidades que tanto pesa sobre tus débiles espaldas?


Tú, mi niño, eres como una pequeña planta que hay que regar, abonar, podar, limpiar  de las malas hierbas, proteger de las intemperies y con paciencia esperar el fruto
A ti te pedimos fruto sin haberte dado nada o, peor aún, te exigimos lo que nosotros, mismos, los mayores, no somos capaces de dar.
Qué fracaso el de los mayores que, olvidados de tus ocho años, no nos revelamos y luchamos por tachar de tu vida las palabras que tan mal te definen.
Por el contrario buscamos causas que justifiquen  lo que dicen de ti: maestros y padres.

 Mi niño precioso
¡Qué antorcha de luz y esperanza
veo en la transparente inocencia, ignorada, de tus  lindos ojos!
Incierto tu futuro, pero esta maestra que tanto trabajó, amó
y ama a los niños, te dice, hoy,
que la  única felicidad posible,
la que merecemos todos en esta corta vida,
no está en saber mucho sino en tratar, poo a poco de ignorar menos,
no está en ese acelerón que te
quieren dar hoy, está en entender que en el mundo, en esta pequeñísima parte de universo que nos toca, todos viajamos en el mismo tren; somos, pues, compañeros de viaje.
Vive, mi niño, sueña, sé feliz
Y no dejes nunca que las manos de un mal alfarero te modelen a su gusto.

No lo veré pero llegará un día que  emergerá la luz del  juicio sensato que devuelva a los niños su condición de niños.


1 comentario:

  1. Es una realidad todo lo que has escrito,pero la pena es que pocos se paran a pensar en ello.
    Gracias por recordarlo.Un abrazo.

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