viernes, 21 de junio de 2019

Dicen mi niño

Algunas de mis obras recomendadas para el verano

Hoy, día de vacaciones para nuestros niños,  un repaso, tal vez repetido, pero que conviene no olvidar.

Dicen, mi niño, que eres listo, pero que estudias poco, que atiendes menos, que suspendes exámenes, que juegas en clase, que hablas, te ríes, que no te concentras, que reniegas de las tareas, que te cansas rápido de estudiar, que eres hiperactivo, que no sueltas el móvil, que eres desordenado, que eres desobediente... 
Dicen que es tiempo de ir a clase de música, baile, deportes, inglés, etcétera.
Dicen que es tiempo de catequesis, tiempo de confesiones y comuniones, tiempo de madrugar, tiempo de correr que llegas tarde, tiempo de ser el mejor...
Dicen que no sabes la tablas, los verbos, los ríos, los límites de España..., que no sabes nada.
¡Qué pena me das, mi niño! ¿Alguien te habló alguna vez de la felicidad? ¿Alguien alguna vez se interesó por conocer tus gustos, intereses, aficiones...? ¿Alguien alguna vez se preocupó de enseñarte a pensar, a opinar, a escuchar, a mirar y ver el mundo más allá de ese círculo de obligaciones y responsabilidades que tanto pesan sobre tus débiles espaldas e incluso sobre las mías?
¿Alguien, alguna vez, te habló de libertad, solidaridad, amor...?
Tú, mi niño, tal y como yo te veo, eres un micro universo, cuajado de estrellas que los mayores vamos apagando en la torpe creencia de que las vamos encendiendo.
Tú, mi niño,   eres como una pequeña planta que hay que regar, abonar, podar, limpiar de las malas hierbas, cuidar cada día y proteger de las intemperies y con paciencia esperar el fruto.
¡Qué fracaso el de padres, maestros, Administración que hacen de ti un montón de estadísticas, de exigencias en papeles! ¡Qué fracaso el de  todos que olvidados de tus pocos años, contribuimos a ellos en lugar de rebelarnos y luchar por tachar de tu vida las palabras que tan mal te definen!
Mi niño precioso. ¡Qué antorcha de luz y esperanza veo en la transparente inocencia de tus lindos ojos! No juegas, apenas ríes, haces ruido pero no hablas; te quejas de todo, y yo digo que con razón. Te veo corriendo hacia el futuro sin más armas que un móvil que puedes perder y en el        que no está escrito ese mañana que te aguarda.
Esta maestra que tanto trabajó, y tanto  lucho por hacer de ti un futuro creativo, ilusionante, preparado, capacitado para la improvisación y adaptación a nuestros tiempos y a nuestro mundo,  te dice, hoy: no te  encierres en las posibilidades de un móvil o un ordenador, vive, mi niño, sueña, sé feliz y no permitas nunca que las manos de  malos alfareros te modelen a su gusto. 
No lo veré, pero llegará un día que emergerá la luz del juicio sensato que devuelva a los niños su condición de niños y sean ellos los verdaderos y auténticos protagonistas de la educación y no papeles y exigencias de todos que, por exceso o por defecto, se olvidan de que eres un niño.





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