domingo, 18 de mayo de 2014

Carta: Próximos jubilados



Tras cada ocaso, llega el alba

Carta que considero puede ser para casi todos los que estáis próximos a la jubilación y habéis vivido el magisterio con vocación y en plenitud como la mejor forma de ahuyentar posibles dudas que dilaten la decisión o pueda que os confundan y provoquen interrogantes cuya respuesta es imposible vislumbrar desde el escenario que nos ha sustentado y dado sentido durante tantos años.
Así que mi dedicatoria especial para aquellos que estos prestos a solicitar  la jubilación.
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Llega, al fin el día, querido compañero/a de tu jubilación voluntaria, día en el que tanto has pensado y que tantas vacilaciones te ha sugerido e inquietado. Algo, sin duda tiene de mágico y maravilloso el mundo de la educación que, para maestros/as como tú, que saben descubrirlo, causa dolor abandonar.
No obstante, la ventaja que te llevo en años, me autoriza para hacerte unas consideraciones en este, sin duda, gran decisión y gran día. 
De siempre he considerado el magisterio como un sacramento que imprime carácter y es por ello que tú seguirás siendo maestro/a mientras vivas. Allí dónde estés, habrá alumnos a los que enseñar y maestros de quienes aprender. El mundo, la universal aula que todos a diario compartimos, te espera. Siempre encontrarás dónde y cómo enseñar pero sobre todo, y a ello debes dirigir tu atención y tus esfuerzos, siempre encontrarás dónde y cómo aprender.
Tu mejor carrera está por hacer. Sí, aquella en la que, calzando sandalias nuevas te revistas de valor para emprender caminos, proyectos, ignorados todavía por ti pero que, sin duda, la gran noria de la vida te irá guiando en un descubrir firmamentos donde prender rutilantes estrellas. 
La jubilación no es un punto final, sino un punto y seguido más de los muchos que componen el mapa de nuestra existencia. Alégrate, pues, por vivir este día. No hay finiquito par los buenos maestros/as.
Cítara en mano clama el Rey Salmista, tras la victoria: Alabad con júbilo a Dios toda la tierra / Alzad los cánticos, las ovaciones y los salmos... 
Maravilloso final para una vida de luchas, cuya mejor batalla empiezas hoy. Sí, mañana, cuando abras los ojos a la luz de nuevo día, y tus rutinarios pasos de tantos años, no encuentren el camino. No obstante, levántate, crea otro, el que sea, pero no te detengas. No has llegado al final; tan solo has  alcanzado una meta. La palabra FIN   tienen que escribirla los que queden, cuando ya nuestra vida deje de palpitar, pero entre tanto siempre queda mucho, algo por hacer.
Ánimo, pues, adelante y deja de vacilar. Olvida el ayer y crea el mañana.

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