martes, 16 de septiembre de 2014

Treinta años



           Alumnos copiando titulares de un periódico. Escuela viva, le llamo yo.

Sí, más o menos unos treinta años de colaboración semanal en este Suplemento que, con tanta dedicación, coordina Carmen Aumente. Y cada año un comienzo y un final de curso, con palabras tal vez repetidas, pero siempre nacidas del convencimientos absoluto de la importancia que nos guía: la educación.
Este curso comenzamos con la precipitada Ley Wert que, al parecer, se aplicará a cursos impares. Es decir, primero, tercero y quinto. Y digo precipitada porque, como sucede siempre, se imponen teorías sin que hayan sido precedidas  del necesario debate previo,  consenso   e información. 
Tras mucho leer he podido concluir algo que dicen apunta a cambios: el Gobierno determinará los contenidos y el horario mínimo de las troncales (Lengua castellana, Matemáticas, Ciencias o Idioma extranjero). Las Comunidades fijarán el currículum de las específicas y sus criterios de evaluación (Educación Física o Música) y las de lengua oficial donde la haya. O sea, las mal llamadas Marías son las que incumben a Comunidades sin tener en cuenta su situación geográfica, por ejemplo, tan determinante. Sinceramente, me santiguo porque me temo que todo quede en una amalgama de contenidos, evaluaciones, papeleos, etcétera, que llevarán a los alumnos a una maratón de talentos en la que a los de la "cola" se les niegan expectativas con la consiguiente desilusión que para alumnos y padres conllevan.
Me viene a la memoria un pensamiento de nuestro Séneca: Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos. Eso es, ¿qué hay en la nueva ley que estimule a los maestros de cara a que lleven a cabo un trabajo ilusionado generador de buenos ejemplos y mejores resultados? No son las leyes las que cambian o mejoran resultados sino la gestión de un profesorado valorado, estimulado, con ganas. 
Cuando un maestro está frente a su grupo de alumnos, no tiene en la mano una legislación, tiene o no tiene  vocación, métodos, estrategias…, lo que equivale a pensar que puede quedar muy lejos de la letra de unos supuestos cambios. De ahí que lo más importante, troncales o “leñales” sea la savia, el magisterio que las alimenta y da espledor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario