Alumnos copiando titulares de un periódico. Escuela viva, le llamo yo.
Sí, más o menos unos treinta años de
colaboración semanal en este Suplemento que, con tanta dedicación, coordina
Carmen Aumente. Y cada año un comienzo y un final de curso, con palabras tal
vez repetidas, pero siempre nacidas del convencimientos absoluto de la
importancia que nos guía: la educación.
Este curso comenzamos con la precipitada
Ley Wert que, al parecer, se aplicará a cursos impares. Es decir, primero,
tercero y quinto. Y digo precipitada porque, como sucede siempre, se imponen
teorías sin que hayan sido precedidas
del necesario debate previo,
consenso e información.
Tras mucho leer he podido concluir algo
que dicen apunta a cambios: el Gobierno determinará los contenidos y el horario
mínimo de las troncales (Lengua castellana, Matemáticas, Ciencias o Idioma
extranjero). Las Comunidades fijarán el currículum de las específicas y sus
criterios de evaluación (Educación Física o Música) y las de lengua oficial
donde la haya. O sea, las mal llamadas Marías son las que incumben a
Comunidades sin tener en cuenta su situación geográfica, por ejemplo, tan
determinante. Sinceramente, me santiguo porque me temo que todo quede en una
amalgama de contenidos, evaluaciones, papeleos, etcétera, que llevarán a los
alumnos a una maratón de talentos en la que a los de la "cola" se les
niegan expectativas con la consiguiente desilusión que para alumnos y padres
conllevan.
Me viene a la memoria un pensamiento de
nuestro Séneca: Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve
y eficaz por medio de ejemplos. Eso es, ¿qué hay en la nueva ley que estimule a
los maestros de cara a que lleven a cabo un trabajo ilusionado generador de
buenos ejemplos y mejores resultados? No son las leyes las que cambian o
mejoran resultados sino la gestión de un profesorado valorado, estimulado, con
ganas.
Cuando un maestro está frente a su grupo de alumnos, no tiene en la mano
una legislación, tiene o no tiene
vocación, métodos, estrategias…, lo que equivale a pensar que puede
quedar muy lejos de la letra de unos supuestos cambios. De ahí que lo más
importante, troncales o “leñales” sea la savia, el magisterio que las alimenta y da espledor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario