sábado, 13 de diciembre de 2014

Leyenda de la Mulita y el Buey



(El siguiente guión, más amplio, lo podéis encontrar en esta obra, edita por  Narcea Ediciones)

Un hombre que en el campo trabajaba / con una mula y un buey se ayudaba / pero los dos animales, ancianitos ya estaban / y las patas se le doblaban / a cada paso que daban.
¡Lo siento, amiguitos! –dijo un día-. / No me servís ya para trabajar. / Tendré que llevaros al matadero / y algún dinerillo  por vosotros me darán. / No tengo medios para viejecitos alimentar.
Al ser de día, en la cuadra entró / y antes de salir, de nuevo les habló: Queridos animalitos: os debo mucho / tengo que reconocer / cada día me habéis ayudado / en mi duro quehacer. / Podréis por ello comprender / qué difícil me resulta esta decisión / pero no me queda otra. / También sabéis que mal anda mi corazón. / No puedo trabajar solo / quiero, necesito, otra solución   
Y dicho esto, a la mula y al buey en un carrito cargó / y pasito a pasito / a las cercanías de un pueblo llegó / y sentándose en una piedra, se hizo esta reflexión: ¿Dos animales tan viejos quién me va a comprar? No sirven ni para carne, ni para trabajar / Será mejor que los deje en libertad / que hagan lo que puedan / y Dios les ayudará. 
Y bajándolos del carro de ellos se despidió. ¡Ea, aquí termina nuestra aventura! / Tenéis plena libertad / que habéis trabajado mucho / y de ella debéis disfrutar. / ¡Adiós, queridos amigos! / Os deseo encontréis algo de felicidad.
 Y anochecía, cuando el hombre se alejaba / y los dos animalitos uno a otro se miraban. Al fin la mulita habló: ¿Y qué podemos hacer? / Para nada servimos ya / tendremos que caminar / y buscar un refugio / donde la noche pasar.
 ¡Sí, sí, qué frío hace en este lugar! –exclamó el buey- / Pero, ¡qué cansado estoy! / Muy lejos no podré llegar. ¡Ánimo, amigo! Despacito vamos a caminar / seguro que encontramos / dónde la noche pasar.
Mal andaban los dos / cuando, con la luna llena / divisaron un portal. /Era un abandonado cobertizo / con paja y poco más.
 ¡Vaya! –dijo la mulita-. ¡No está mal este lugar / los dos juntitos nos daremos calor / Y ya buscaremos mejor sitio / cuando salga el sol. ¡Vale, vale!  -contestó muy cansado el buey-./ No está mal / me muero de sueño / y mis patas no pueden más.
 Y acurrucados y adormilados estaban / cuando oyeron que un murmullo de pasos se acercaba. / Con las orejas tiesas / en alarma estaban / cuando vieron llegar / a un matrimonio que en borriquilla montaban / y que despacito entre ellos hablaban.
 ¿Qué te parece, María, este lugar? ¡No está mal, José! En esta pajita nuestro niño nacerá Y estos dos animalitos / con su aliento calentarán.
 ¿Has oído, hermano buey –dijo la mulita-, lo que he oído yo?  ¡Sí, sí! Creo que he oído bien, / que un niño nacerá / y que tú y yo con nuestro aliento / vamos a calentar.
 Y nació Jesús, nuestro Salvador / La mulita y el buey su aliento dieron / y el portal se iluminó con estrellas caídas del cielo. / Ángeles, pastores y Magos que a Jesús regalaron y los niños a  coro cantaron:

En el portal de Belén / ha nacido el Salvador / ha nacido nuestro rey / lo calientan con su aliento / la mulita y el buey / ¡Ande, ande, ande, ande, / la marimorena / ande ande, ande que es la Noche Buena.
Al llegar aquí dejan de cantar y recitan a una:

Noche de saber
noche de cantar
que para prestar ayuda

es buena cualquier edad.

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