Queridos compañeros: En vacaciones seguimos siendo maestros. De ahí este relato que tal vez nos sirva para reflexionar, valorar y transmitir auténticos valores humanos.
Me
gusta imaginar cómo sería el nacimiento de Jesús hoy. De ahí este relato.
Aconteció
en estos días que se promulgó una ley de extranjería por la que los sin papeles
tendrían un plazo entre siete y treinta días para retornar voluntariamente a su
país de origen.
Un
matrimonio de extranjeros, José y María, con la mujer en avanzado estado de
gestación, llegados en patera y que buscaban trabajo en España, caminaban sin
rumbo en la noche. Encontraron refugio en una chabola abandonada a las afueras
de una gran ciudad. Sucedió que el segundo día de pernotar en aquel lugar una
grúa municipal los desahució, dejándolos a la intemperie una noche muy fría de
un veinticuatro de diciembre del año dos mil catorce. Abrazados, retomaron el
camino.
Repentinamente
se vieron obligados a detenerse y buscar nuevo refugio ya que la mujer
presentaba síntomas de eminente alumbramiento.
El hombre llamado José, divisó a
lo lejos los arcos de un centenario puentecillo. Allí, María –dijo-, allí podrá
nacer nuestro hijo. Buscaré pasto, buscaré leños, encenderé el fuego y
esperaremos a nuestro primogénito.
Y
el hombre, llamado José, extendió el pasto, lo cubrió con su vieja chaqueta y
el niño nació. La mujer, llamada María, lo recubrió con su propia ropa y lo
recostó en el cálido montón de pacto, junto al fuego preparado por José.
Aquella
madrugada, trabajadores de una fábrica cercana, al cambiar de turno, los
encontraron y compadecidos le ofrecieron lo poco que llevaban: se despojaron de
algunas de sus ropas, les dieron parte de sus bocadillos y prometieron dar
cuenta a los Servicios Sociales para que les ayudasen.
También
un grupo de chicos jóvenes que salían de una discoteca, se detuvieron al
verlos y cantaron y bailaron para acompañarlos.
Al
día siguiente, se personaron en el lugar tres mujeres provistas de todo
lo necesario para atender al niño y darles cobijo durante el tiempo preciso
para que retomaran camino a su país.
Hasta aquí mi visión, hoy, de la Navidad y mi
reflexión: La patria no es propiedad heredada con papeles, sino cielo,
dicha y dolor de todos.
Muy feliz 2015, compañeros y amigos.
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