miércoles, 10 de mayo de 2017

Una lección grande de una "maestra" pequeñita

Hoy, compañeros y amigos os  quiero recordar una muy vieja anécdota que dio un giro total a mi vida y no solo en lo profesional, sino en mi actitud de vida ante el mundo.


Fue una mañana cualquiera  de un día de lunes cualquiera. Una pequeña de nueve años, reivindicativa se acercó a mi mesa: tú siempre llamas   a “María” para que  ponga la fecha en la pizarra –costumbre de antaño, seguramente-. Sí –le contesté-, porque es la más alta y llega hasta el borde de la pizarra. Pues yo – y aquí viene la trascendente lección-, si me subo en una silla, también llego.
Aquel día, y ya para siempre, un rotundo propósito: tener siempre a mano la “silla” desde la cual, cada alumno, cada ser humano que se cruzara en mi vida, pudiera llegar a lo más alto. 
No se nace  sabiendo, pero se aprende, se hace camino...,  viviendo.  
   

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